1 de abril de 2013

Una pócima para Hugo Chávez


Los feligreses de esa religión que es el chavismo ya tienen su primera Iglesia. Construida por iniciativa de  María Gabriela, la hija del presidente de Venezuela Hugo Chávez, al lado del Hospital Militar, la llamada Capilla de la Esperanza recibe a quienes se han acercado a respaldar al comandante-presidente en esta dura hora que le ha tocado vivir, la peor desde que regresó a Caracas el 18 de febrero proveniente de La Habana.
Este martes al mediodía los fieles seguidores de Chávez ocupaban los 30 asientos de la pequeña capilla, una construcción a base de vigas y columnas de acero rematada con ladrillos cortados en forma de cruz. En las paredes hay un afiche de la última campaña electoral presidencial. Se trata de una imagen del jefe del Estado pegada sobre un pedazo de cartulina en la que se lee: “Hay que visualizarlo sano”.
En la antesala está Abril Pérez acompañando el rosario en silencio, con un leve movimiento de labios. Lleva en sus manos varias fotocopias de un artículo del veterano periodista deportivo Juan Vene, que reseña una receta de un sacerdote franciscano, Fray Romano, que supuestamente funciona como una pócima mágica que disminuye el tamaño de los tumores malignos o los erradica en definitiva.
Abril es enfermera y todos sus colegas del hospital donde trabaja en Los Valles del Tuy, una lengua de tierra caliente rodeado de una frondosa vegetación a treinta minutos de Caracas, siguen la lógica implacable de la ciencia médica; pero ella, que en esta capilla no es enfermera sino una devota seguidora del presidente Hugo Chávez, le tiene mucha fe a Fray Romano, porque asegura que la receta ha curado de cáncer de seno a su hermana y un linfoma no hodgkin en el abdomen de un vecino.
De pronto otras dos mujeres la rodean para escuchar la explicación: mezclar medio kilo de miel pura, otro medio kilo de sábila y 50 mililitros de ron y tomarlo veinte minutos antes de las comidas en sesiones de diez días. Eso cura. Su hermana se bebió ese brebaje antes del segundo ciclo de quimioterapias y cuando los médicos le hicieron los estudios encontraron que el tumor había disminuido de tamaño dos centímetros. “En el siguiente chequeo había desaparecido por completo”, afirma. Abril quiere contarle a los fieles chavistas que el milagro es posible, y que si alguien le acerca la receta a Hugo Chávez podrá salvar la vida.
El rosario continúa y Nelly Arias camina entre el público con una imagen del Nazareno de San Pablo al lado de una de las tantas fotos que se ha tomado el líder bolivariano con la banda presidencial. Ella también lleva entre manos una vieja imagen de los días cuando el comandante estaba preso en la cárcel de Yare por la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez en 1992. Nelly toma la foto, besa justo la parte donde sonríe el comandante-presidente. Viene del este de la ciudad, de Petare, a pedirle a los santos que obren el milagro que la ciencia no ha podido cumplir.
Su devoción podría sugerir que no resistiría la ausencia definitiva del Presidente, pero ella también parece consciente de la gravedad del primer mandatario. “Si nos falta Chávez, nos queda Nicolás Maduro”, afirma. “Fui seguidora de Carlos Andrés Pérez, pero ya he despertado. Ellos (refiriéndose a la oposición) nunca más volverán”.
Cuando el rosario culmina la mujer que dirige los rezos anuncia a Abril. Y ella empieza a contar la misma historia que poco antes me había contado. La burocracia gubernamental también aprovecha la hora del almuerzo para elevar una plegaria por la salud del comandante-presidente, a quien no han visto desde el pasado 10 de diciembre. “No podemos permitir que perdamos a esta hombre amado como perdimos a Jesucristo”. La gente escucha con atención a Abril acaso porque ya entiende que ya todo está en manos de Dios.