4 de septiembre de 2006

El espíritu heroico del 11-S

La otra noche vi Vuelo 93 y salí del cine con una certeza: las películas sobre la tragedia del 11 de septiembre de 2001 reforzarán el espíritu heroico del pueblo estadounidense. Al menos las dos primeras no se apartan de lo previsible. Una de ellas, World Trade Center, de Oliver Stone, prefiere centrarse en el drama de un policía portuario (Nicolas Cage) atrapado entre los escombros de las Torres Gemelas. La otra, Vuelo 93, de Paul Greengrass, reconstruye el trágico destino del único avión que hace cinco años no se estrelló contra los símbolos del Imperio.
El reparto de Vuelo 93, compuesto por actores desconocidos, parece contratado para realzar el anonimato de las víctimas. Greengrass logro evadir la tentación de trabajar con primeras figuras, tal vez porque la reconstrucción del accidente tampoco se presta para contar a través de los ojos de una persona lo que fue un drama coral.
Vuelo 93 no pretende contradecir la historia oficial. Si bien las investigaciones de la Comisión del 11 de Septiembre y varios reportajes periodísticos concluyeron –a partir del reporte de la grabadora de voz de la cabina y de las llamadas de dos de los pasajeros a sus familiares– que captores y rehenes lucharon hasta que el avión cayó en un descampado de Shanksville, Pensilvania, todavía quedan demasiados cabos sueltos como para dar por válida esa versión. La falta de respuestas derivó en la formulación de las clásicas teorías conspirativas, tan caras a los estadounidenses escépticos.
Entre los escritos que le dan alas a la duda está el de John Carlin, quien publicó en agosto de 2002 un reportaje que ilumina las zonas oscuras de esa tragedia. “Todo el mundo conoce la inspiradora historia del Vuelo 93, de los heroicos pasajeros que forzaron el aterrizaje del avión secuestrado. El único problema es que no puede ser verdad”, escribió el reportero inglés en el sumario de su nota.
Vuelo 93 está estructurada en torno a lo que Carlin ha calificado, en el mejor de los casos, como una media verdad. Las autoridades norteamericanas califican de héroes a los viajeros y han boicoteado cualquier intento que desvirtúe esa apreciación. Se desconoce si es cierto que el avión fue derribado por la Fuerza Aérea. Un breve reporte de la cadena CBS indica que dos F-16 seguían al avión de United. El vicepresidente Dick Chenney reconoció, cinco días después de los atentados, que el presidente Bush había autorizado que los pilotos tumbaran los aviones comerciales.
Al periodismo norteamericano, tan dado al escepticismo y a la prudente distancia del objeto de estudio, le ha sido imposible verificar lo que dijo Lee Purbaugh, uno de los testigos del accidente. Purbaugh y seis personas más se refirieron a un avión que sobrevoló la zona minutos después del impacto. Tampoco saben qué fue de Glen Cramer, el operador del servicio 911 que atendió la llamada de uno de los pasajeros. En la escena representada en la película se ve a un hombre que se encierra en el baño antes de que los secuestradores lo adviertan. Un despacho difundido por AP el 11 de septiembre recoge las declaraciones de Cramer. “El hombre exclamaba ‘¡nos están secuestrando, nos están secuestrando!’. Confirmamos eso varias veces y le pedimos que repitiera lo que dijo. Estaba muy angustiado. Dijo que creía que el avión iba a estrellarse. Él escuchó una explosión y vio salir humo blanco, aunque no sabía de dónde. Luego se cortó la comunicación”.
Según Carlin, el FBI confiscó la cinta de la conversación y prohibió a Cramer hablar con los medios. Los controladores aéreos del aeropuerto de Cleveland –cuya angustia frente a la pantalla es de las mejores escenas logradas por Greengrass– tienen prohibido mencionar lo que vieron esa mañana en el radar. EL FBI ha ensayado respuestas para cada interrogante, pero no ha podido impedir que florezcan toda clase de especulaciones. Algunas están recogidas en la página http://www.flight93crash.com/. Una visita confirma que, como el asesinato de Kennedy o el 11 de abril de 2002, la caída del vuelo 93 de United Airlines se convertirá en un misterio de nunca acabar.