1 de diciembre de 2006

Un perfil de Manuel Rosales

Este mes la revista Gatopardo publica una semblanza que escribí sobre Manuel Rosales, el candidato de la unidad nacional. Aqui cuelgo un adelanto de la nota. A quienes les interese vayan y compren la revista

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El candidato sin sonrisa
Alfredo Meza

En el estudio de Aló, Ciudadano, que tal vez sea el programa político más visto de la televisión venezolana, los productores corren espoleados por la voz grave de su animador, Leopoldo Castillo. No es una tarde cualquiera la de este miércoles de fines de septiembre, porque Castillo, que suele manejar cada emisión con puño de hierro, no quiere dejar nada a los malabarismos del azar. Esa noche, además, Venevisión, el canal de la competencia propiedad del magnate Gustavo Cisneros, tiene a la misma hora como invitado al candidato Hugo Chávez, cuya visita provocó un verdadero caos. El personal de la Casa Militar prohibió la entrada a la sala de prensa y los reporteros tuvieron la tarde libre.
Manuel Rosales, el invitado de esta noche de Leopoldo Castillo, también recibe un trato de jefe de Estado. Mientras espero que autoricen mi entrada al canal, dos hombres corpulentos, que llevan el pelo al cepillo y visten de traje negro, conversan con los guardias de la garita para que no pongan mayores obstáculos a la llegada del candidato presidencial. Uno de ellos toma el radio portátil e informa a la persona que le atiende que no deberá cumplir las presentaciones de rigor en la puerta. La camioneta que transporta a Rosales pasa a mi lado. El hombre que antes hablaba por la radio trota detrás del vehículo hasta el lugar donde baja el candidato.
Rosales entra al estudio, un galpón pequeño con paneles de fórmica pulida como paredes, acompañado por sus asistentes, Fiorella y Ángela. Otros dos fortachones, estos con chamarra negra, custodian la puerta. Castillo y el resto de panel brindan su mejor sonrisa para recibir al invitado. Rosales, educado y cortés como el que más, no parece, sin embargo, especialmente entusiasmado, y su semblante no se modifica ante las manifestaciones de afecto. No es un producto prefabricado, como aquellos candidatos que sonríen automáticamente hasta cuando abren la nevera en la madrugada y la luz baña el rostro soñoliento. A Rosales le cuesta reírse y ya lo veremos dentro de un rato, cuando Castillo, cuyo programa recibe las llamadas del público, permita que los participantes interroguen a la persona que tiene más opciones de disputarle a Chávez la presidencia de Venezuela el próximo 3 de diciembre.
ROSALES canaliza la última esperanza de buena parte de la oposición venezolana, del sector que cree que la vía electoral sigue siendo la única manera de ganarle a Chávez...

Los años del miedo

Yo no me engaño: Hugo Chávez será reelegido el domingo 3 de diciembre por los próximos seis años, por ahora. Cabe esperar que luego de consumada su victoria hará todas las gestiones, válidas o no, para reformar la Constitución de su República Bolivariana y reelegirse ad infinitum. Puesto a escoger entre la enorme brecha que vaticina Datanálisis y las encuestas amañadas del gordito de CECA Víctor Manuel García -el payaso ese que el 12 de abril se atribuyó el rol de director de orquesta del golpe de estado del día anterior en el programa de Napoleón Bravo- me quedo con las descorazonadoras predicciones de Luis Vicente León.
De modo pues que ya me estoy preparando para lo que viene. No creo, sin embargo, que el socialismo sustituya al esnobismo venezolano. Quien todavía crea en las inefables opiniones que pronostican la instauración del castrocomunismo lo invito a leer la edición de hoy de The Wall Street Journal que viene encartada en El Nacional. Allí quedan muy bien retratadas las contradicciones entre las palabras y los hechos. La utopía socialista de Chávez parte con desventaja respecto a un auge capitalista sin parangón en el continente. El whisky de 18 años está en boga, los hummer y todoterrenos último modelo surcan las autopistas del estrecho valle de Caracas.
No seremos una dictadura formal, pero caminamos por un precipicio. Nos espera una autocracia brutal en la que los boliburgueses y los afectos del caudillo serán los beneficiados. Aquel que disienta en público del comandante no será bienvenido en cualquiera de las dependencias del Estado. Marcel Granier y Alberto Federico Ravell también tienen sus días contados como propietarios y directivos de medios de comunicación, a juzgar por la respuesta que le dio Chávez a Carlos Croes anoche en una larga entrevista. Croes, a quien se le salió el oficio, arrinconó al Presidente como pocas veces en estos ocho años. Disertaba el jefe del Estado sobre la conveniencia de que los canales de televisión no sean enemigos del Gobierno. "Y no están en su derecho", lo atajó el veterano periodista. "Entonces yo también estoy en mi derecho de renovarle o no la concesión".
"La eternidad por fin comienza un lunes", escribió el gran poeta cubano Eliseo Diego en un poema memorable. El lunes comienzan los años del miedo.

23 de octubre de 2006

Erna también quiso morir

La revista mexicana Emeequis - una envidiable mezcla de independencia, periodismo narrativo e investigación- publica en su edición de esta semana el escalofriante relato de Erna Wutrich, una suiza de 72 años que no deseaba morir. Luego de leer el relato de la periodista Ana Gabriela Rojas, quien presenció la muerte asistida, entendí que los casos de Inmaculada y Ramón Sampedro no son extravagancias. Este es el comienzo de la nota, que está disponible en la página de internet de la publicación que dirige Ignacio Rodríguez Reyna (www.eme-equis.com.mx)
LA PUERTA Estaba abierta. Ella quería morir y nosotros veníamos a ayudarla.
Era un mediodía de verano de este 2006, soleado y alegre. “Perfecto para irse”, dijo con una sonrisa. Erna Wütrich, una suiza de 72 años, deseaba morir. Ya había intentado quitarse la vida antes. No una, sino dos ocasiones, había ingerido una barbaridad de pastillas.
Pero en ambos intentos había fallado y su temor más grande se había hecho realidad: despertar, viva, en un hospital. La rodeaban personas vestidas con batas blancas que manipulaban su cuerpo para mantenerlo en marcha, aunque ella estaba convencida de que su existencia ya no tenía sentido. “Ya estoy muerta por dentro”, aseguró en varias ocasiones. Había llegado a esa conclusión hacía unos siete meses, cuando llevó a su perro al veterinario para que le aplicaran una inyección letal. “Mi perro estaba enfermo, sufría mucho y yo no podía verlo así”, argumentó en la conversación que tuvimos.
Alguien más cercano a Erna me confesó que su san bernardo en realidad estaba sano y que ella, al verse incapaz de sacarlo a pasear regularmente, prefirió que muriera. El caso es que, a partir de ese momento, la idea de acabar con su propia existencia no salió ya de su cabeza. Así vinieron los dos intentos fallidos de suicidio.
Por eso, porque no quería que la tercera también fracasara, tomó sus precauciones. Pidió ayuda para morir.
Esta vez la asistiría la gente de Exit, una de las dos organizaciones que se dedican al “suicidio asistido” en Suiza. El Código Penal de este país especifica que será castigado “quien anime a alguien a suicidarse o le asista por motivos egoístas”. Por el contrario, ayudar a bien morir por altruismo no es condenable.
Por ello, Erna Wütrich debió cumplir con varios “trámites” para evitar que su muerte no se confundiera con asesinato o eutanasia: firmó un documento en el que manifestaba su voluntad, comprobó que estaba en pleno uso de sus facultades mentales y se llevó por sí sola el veneno a la boca. En todo este proceso la acompañó uno de los voluntarios de la organización. Yo también estuve presente.
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La obsesión por el tema de la muerte me había llevado hasta ahí. Quería saber qué lleva a una persona a decidir quitarse la vida y cómo reunía el valor para hacerlo.
Entré en contacto con Exit y les solicité que me contactaran con una persona que fuera a tomar “la decisión que acaba de tajo con todas las posibilidades”, como define el suicidio un filósofo español. Cuando platiqué con Erna Wütrich, le pedí que me explicara sus motivos, que me permitiera tratar de entenderla. Ella aceptó, con la condición de que fuera su testigo.
Aparte del voluntario que le proporciona el veneno al suicida para que éste lo tome, otra persona debe certificar que en todo momento actuó por su voluntad. En la mayoría de los casos, este testigo es un familiar cercano, pero Erna quería hacerlo sin que su hija se enterara. No quería que su intento se frustrara. La normas de Exit lo dicen claramente: la última palabra siempre la tiene el paciente, así que todo se hizo a espaldas de Dora, su hija.

19 de octubre de 2006

El cielo para Inmaculada

Para María Carolina Saggese

Por estos días, hace dos años, andaba yo por Madrid con mi esposa Carolina y mi amigo Jesús. Como era nuestra primera vez en Europa, andábamos en una loca carrera por abarcar toda la belleza de la geografía española en los pocos días que teníamos. Una tarde fuimos a Córdoba, la hermosa capital de Occidente en el siglo XII, que resume como nadie el espíritu liberal del siglo XXI.
La primera noche que pasamos en esa ciudad dormimos en casa de Elvia, una simpática andaluza que había estado en nuestro matrimonio en Venezuela. Su madre, una rubia de ojos azules que simulaban una tranquila bahía, nos ofreció una estupenda cena a modo de bienvenida. Debe ser la comida más larga que he hecho en mi vida porque no podía levantarme de la mesa. Habíamos tragado como cosacos. Sólo quería dormir. Justo cuando nos disponíamos a dar las buenas noches, Elvia nos atajo. “Vamos a ver una película. Ha sido toda una sensación aquí en España”. Se llamaba Mar Adentro.
Había leído algo del director de la cinta, Alejandro Amenabar, a quien admiré desde que vi en Caracas Tesis, su perturbadora ópera prima sobre las snuff movies. Supuse entonces que si Amenabar estaba detrás de Mar Adentro la cosa prometía. No me equivoqué Las próximas dos horas transcurrieron en completo silencio. Nadie pudo apartar la vista de la tele hasta que, sobre un fondo de aguas furiosas, aparecieron los créditos.
He vuelto a recordar esa maravillosa película, que ganó un Oscar al mejor filme extranjero en 2005, luego de leer en El País de Madrid la triste historia de Inmaculada Echeverría, una mujer que, como Javier Bardem en la película, pide que le dejen morir con dignidad. Confinada en la cama de un hospital de Granada, Inmaculada "duerme poco, se siente cansada, le cuesta respirar y le duele todo el cuerpo. Pero asegura que mucho peor que todo eso es la soledad. Mi vida está llena de vacíos, de silencio. No puedo hablar con nadie, nadie me entiende", escribe el periodista Reyes Rincón. En su caso, dice, es peor la soledad que el dolor físico.
Enferma de distrofia muscular progresiva desde los 11 años, Inmaculada ha ido perdiendo movilidad y desde hace nueve vive conectada a un respirador. Ahora tiene 51. "La vida ya no tiene valor para mí. Estoy muy harta, no es justo vivir así", asegura. Ya los medios españoles comparan su caso con el de Ramón Sanpedro, el parapléjico gallego sobre el que se basa Mar Adentro, y el de Terri Schiavo, la estadounidense que tenía un daño cerebral irreversible. Ambos pidieron morir antes que vivir asidos a un respirador artificial.
Inmaculada no tiene familia. Sus padres murieron hace demasiados años y su único hermano se desentendió de ella. Ha vivido de hospital en hospital, y si no ha muerto de tristeza es porque ángeles como Federico Oloriz, el hombre que la acompañó en su comparecencia pública, arrimaron el hombro. Oloriz no espera nada. Le ha hecho saber a Inmaculada que está en desacuerdo con la eutanasia, pero sabe que sólo ella es capaz de comprender los tormentos de su existencia. Si pide que le retiren el respirador, la legislación la ampara. Pero ella no quiere ser espectadora de su propia muerte. "Yo quiero morir, pero sin dolor. Y me tienen que respetar porque es mi vida y no quiero que me la alargue", suplica.
Ya la derecha cristiana, los que comen ostias y cagan diablos, manifestaron su desacuerdo. Es muy fácil colocar en manos de Dios la hora de la muerte cuando el hombre se puede valer por sí mismo. Es una decisión difícil, qué duda cabe, pero en casos así hay que convertirse en Prometeo. Nadie te puede castigar por robarle el fuego a los dioses.

11 de octubre de 2006

Ivanistelroy

Los nombres que ciertos padres colocan a sus hijos dan pena ajena. En Maracaibo, al occidente de Venezuela, he escuchado los nombres más inverosímiles: Usnavy (US por Estados Unidos, Navy por armada), Yedoska (Un velado homenaje a Y2K, el término con el que fue bautizado el supuesto fallo de las computadoras la primera madrugada del siglo 21). Un amigo me contó que conoció a una niña llamada Yotana en la Gran Sabana. Cuando le preguntó a la madre si el nombre tenía alguna referencia a sus antepasados indígenas -la niña era morena y medio aindiada-, la madre, risueña, le contestó: "No, chico. Yo quería tener un hijo y llamarlo OTAN, por las siglas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Pero como fue una niña le puse Yotana".
El domingo leí una entrevista que El Universal le hizo a Juan Arango en Palma de Mallorca. Era una nota que repasaba la cotidianidad del delantero venezolano del Mallorca. En una de las imágenes aparece Arango sentado en lo que me parece es el recibo de su casa al lado de un niño. La leyenda dice textualmente: "Ivanistelroy, el sobrino de Arango, sube y baja del sofá. Su tío ni se inmuta. Acaba de regresar de la cena con sus compañeros". ¿Ivanistelroy? Qué vaina es esa, pensé, casí cayéndome de la cama. La respuesta estaba a dos párrafos de distancia. "Willians Tortolero, cuñado de Arango, es su persona de confianza. Y su amigo. Juan, Laurys y sus dos hijos; Willians, Milady y el niño de ambos, Ivanistelroy (por el amor al ex delantero del Manchester United, Ruud Van Nistelroy bautizó al chamito) comparten casa y vida". Cierta gente tiene vocación de asesino moral. Pero a Juan Arango le podemos perdonar todo. Incluso que sea corresponsable de las burlas que seguramente recibirá su sobrino. Después de todo lo único que nos importa es que cuide esa zurda y marque muchos goles con la Vinotinto.

9 de octubre de 2006

Libros: Operación Condor. Una década de terrorismo internacional

No sólo al diablo nombró Hugo Chávez en la Asamblea General de la ONU. En su diatriba contra Estados Unidos, el Presidente también recordó a Orlando Letelier y acusó a la CIA de planificar su muerte. “Los culpables son norteamericanos, terroristas de la CIA”, aseguró el primer mandatario al final de su recordada intervención. Chávez, que suele nadar a contracorriente en los foros internacionales, respaldó así lo que poco antes había dicho la presidenta Michelle Bachelet, quien también se refirió a la muerte del ex canciller chileno.
Esa alusión del mandatario no fue reseñada por la prensa venezolana, como sí ocurrió en Chile con las palabras de Bachelet. Pero el pasado domingo el general Manuel Contreras, el hombre fuerte de la DINA, la temida policía política de la dictadura de Augusto Pinochet, recordó lo que había dicho Chávez para arrimar agua a su molino. Las agencias de noticias no desperdiciaron la oportunidad. En una entrevista con el diario El Mercurio, Contreras le pidió al jefe del Estado que declare en el proceso que se le sigue por el asesinato de Letelier, ocurrido el 21 de septiembre de 1976 en Washington.
Contreras, quien cumple una condena de 12 años de cárcel por la desaparición de un militante de izquierda en 1976, cree que Chávez tiene información que demuestra que el atentado fue ejecutado por la CIA, una versión que Contreras ha repetido para salvar su responsabilidad. Pero un libro se encarga de desechar esa hipótesis. Operación Condor. Una década de periodismo internacional en el cono sur, del periodista John Dinges, responsabiliza al agente Michael Townley y a la policía secreta chilena de colocar la bomba debajo del vehículo del político chileno.
Establecer esa verdad histórica, como aseguró la hermana de Letelier, Fabiola, no es sólo consecuencia de la voluntad de los tribunales o de un periodista obsesionado. Washington también ha contribuido a iluminar las zonas oscuras de los regímenes dictatoriales del Cono Sur. Durante el gobierno de Bill Clinton se desclasificaron más de 28.000 documentos sobre Chile y Argentina.
Con todo ese material, el archivo de la policía secreta paraguaya, la correspondencia secreta entre la DINA y su operador encubierto en Buenos Aires, y los memorandos de los organismos estadounidenses, Dinges establece dos conclusiones. Estados Unidos estaba al tanto de las atrocidades cometidas por Pinochet y Videla, pero es un error suponer que el Departamento de Estado alentaba a las dictaduras a violar los derechos humanos.
“Aquellos que creen, por ideología o cinismo, que no hubo esfuerzos sinceros de diplomáticos norteamericanos para alentar el respeto por los derechos humanos durante esa época en la que reinó el terror, desafían los numerosos y evidentes registros que hoy tenemos a nuestra disposición. Una condena tan simple extravía el sentido profundo de la historia (...) Si hay una conclusión clara de la actitud estadounidense durante los años de la Operación Condor es ésta: los dictadores no captan los dobles mensajes morales sobre derechos humanos con la sutileza que espera el emisor, sin importar qué tan cuidadosamente se haya armado el mensaje. Éste se interpretará como un confuso pero unidimensional respaldo a las tácticas brutales que han comenzado a implementar nuestros poco sutiles aliados”.
Pero, ¿cómo se preparó el asesinato de Orlando Letelier? Michael Townley recibió la orden de matarlo a finales de junio de 1976. El ex canciller chileno no era cualquier personaje. Durante la década de los sesenta había trabajado como economista en el Banco Interamericano de Desarrollo, y en 1970, cuando Salvador Allende asumió el poder, regresó a Santiago. En 1971 fue nombrado embajador en Washington. Poco antes del golpe designado canciller y posteriormente ministro de la Defensa. Letelier ocupaba este último cargo el 11 de septiembre de 1973.
Detenido y torturado como otros integrantes del gobierno de la Unidad Popular, Letelier fue confinado en un campo de prisioneros en la isla de Rawson, en el estrecho de Magallanes, al sur de Chile. Muchos presos políticos nunca volvieron a ver a sus familias, pero Letelier tuvo la suerte de salir de prisión un año después gracias a las gestiones de la comunidad internacional.
Instalado en Washington, se convirtió en el líder principal en el exilio. Mientras trabajaba por restablecer la democracia en su país, aprovechaba sus contactos con los congresantes liberales para gestionar un recorte de la ayuda militar a Chile. Cada una de esas gestiones preocupaba a Pinochet, de tal forma que consintió la operación que culminó con la muerte de Letelier. Así lo afirma John Dinges en su investigación. “Cuatro de los protagonistas –Townley, Manuel Contreras, Pedro Espinoza y el capitán Armando Fernández Larios– han dicho directa o indirectamente que Pinochet en persona autorizó el asesinato. Contreras, durante una declaración ante un tribunal de Chile, después de ser condenado, despejó cualquier duda al respecto de que obedecía instrucciones: ‘Siempre cumplí (...) conforme a las órdenes que el señor Presidente de la República me daba. Solamente él como autoridad superior de la DINA podía disponer y ordenar las misiones, y siempre, en mi calidad de delegado del Presidente, cumplí estrictamente lo que se me ordenó (...) Por eso digo que yo no me mandaba solo”.
¿Pero por qué el presidente Hugo Chávez insiste que los culpables están libres? Los documentos desclasificados disponibles indican que Washington intentó detener la operación. Después de recibir la orden, Townley partió a Buenos Aires, ciudad en la que ya se encontraba Armando Fernández Larios, quien también colaboraría en el plan. “Se conectaron con la SIDE, el servicio de inteligencia socio de la DINA en Argentina, para arreglar documentación falsa para el viaje. Pero la SIDE, inmersa en la masiva tarea de supervisar el secuestro y la desaparición de más de 300 personas cada mes, se vio obligada a declinar la petición de su contraparte”, escribe Dinges.
Fernández Larios y Townley viajaron entonces a Asunción, Paraguay, donde sí recibieron la ayuda que los argentinos habían negado. Un funcionario, Benito Guanes, dispuso que se le entregaran pasaportes falsos a nombre de Juan Williams y Alejandro Romeral. Otros policías de ese país, que también había firmado el pacto fundacional de la Operación Condor – el plan de intercambio de información sobre actividades subversivas entre los países del Cono Sur–, presentaron los documentos ante la embajada de Estados Unidos en ese país para solicitar una visa de turista.
Ese detalle es el que permite que 30 años después se sepa quiénes fueron los responsables de la muerte. Según Dinges, un funcionario paraguayo, “ansioso por congraciarse, informó al entonces embajador George Landau que los pasaportes eran falsos y que los dos hombres eran agentes chilenos que cumplirían una misión secreta en Washington”. El mensaje que Landau envió a Washington inició la cadena de comunicaciones que permitieron resolver el crimen y descartar, por ahora, la participación directa de la CIA
Pero todavía queda una rendija abierta que alienta la especulación. La CIA pudo haber evitado el atentado porque contaba con suficiente información que permitía concluir que Chile había mandado a asesinar a Letelier. ¿Por qué no lo hizo entonces? Al leer el libro de Dinges se entiende que, como ocurrió el 11 de septiembre de 2001, muy pocos fueron capaces de hacer una sencilla suma con las evidencias disponibles. Los funcionarios del Departamento de Estado sabían que las dictaduras sureñas intercambiaban datos sobre las actividades de la izquierda, pero no creían que ese plan apenas era el comienzo de un horror más grande.
A pesar de todo, Henry Kissinger, entonces secretario de Estado, envió un cablegrama a los diplomáticos asentados en el sur para que tomaran “medidas inmediatas”. “Ustedes están al tanto de una serie de informes (de la CIA) sobre la operación Condor (...) Sin embargo, los asesinatos planeados y dirigidos por los gobiernos dentro y fuera del territorio de los miembros del Condor tienen consecuencias extremadamente graves que tenemos que enfrentar con rapidez y sin rodeos (...) Si bien no podemos aseverar los rumores de asesinato, nos sentimos impelidos a llamar su atención sobre nuestra profunda preocupación. En caso de que estos rumores llegaran a ser ciertos, crearían un problema sumamente grave de índole moral y política”. Todavía faltaba un mes para que el carro que manejaba Letelier, que estaba acompañado por su asistente, Ron Moffit, volara en la primavera estadounidense.

28 de septiembre de 2006

El biombo de Geovanny


Hace año y medio se filtraron las actas de entrevista de Sócrates Tiniacos, Julio Farías y Lourdes Suárez Anderson. Tiniacos fue uno de los mejores amigos de Danilo Anderson en la Universidad Central de Venezuela, donde ambos estudiaron derecho en los años noventa. Farías es el hermano de quien fuera compañera del fiscal, Elianitxa, y Suárez Anderson la única hermana de Danilo por parte de padre y madre.
Estos testigos fueron interrogados por una comisión de la policía científica. Al leer las respuestas de las interrogantes quedaba claro que en torno al fiscal asesinado operaba un grupo de personas que extorsionaba a los firmantes del decreto, leído por Pedro Carmona Estanga, que suprimió los poderes el 12 de abril de 2002. Pero los fiscales que investigaron el caso desecharon una evidencia que podría haberles conducido hasta la puerta de la casa de los autores intelectuales.
Tiniacos declaró dos veces durante la primera quincena de diciembre de 2004. Aunque el grueso del relato se repetía en una y otra acta también se agregaban u omitían datos que permitían comprender las circunstancias del atentado. La memoria de los testigos suele ser arbitraria, pero es la segunda vez que algo similar ocurre en este caso. La diferencia es que todas las versiones que apuntalaban la existencia de una red de extorsión no se incluyeron en el expediente que condenó a Juan Bautista, Otoniel y Rolando Guevara.
Seis versiones de un acta ponen de manifiesto las omisiones del testigo estrella, aunque la fiscalía parece no haber reparado en ese detalle. Pero también dan cuenta del comportamiento de los investigadores del caso. Los fiscales desecharon pruebas que abogados y policías consideran vitales para esclarecer el homicidio, pero tallaron con paciencia de ebanista todos los detalles de la versión de Vásquez de Armas.
Ahora que se conocen los ensayos que hizo la fiscalía con el testigo vale la pena hacerse varias preguntas. ¿Por qué entrevistaron tantas veces a la misma persona? ¿Cuál es el criterio jurídico que soporta la retahíla de interrogatorios? ¿Será que Vásquez de Armas sacó de un biombo el nombre de las personas que debía mencionar en su comparecencia? ¿Dónde finaliza la verdad y comienza la mentira de la investigación?

26 de septiembre de 2006

El otro testigo clave del caso Anderson

He seguido con interés el desarrollo de las investigaciones del homicidio de Danilo Anderson. El pasado domingo, el periodista Gerardo Reyes publicó una larga entrevista con Rafael García, ex jefe de Informática del DAS de Colombia, que reproduce parte de la rogatoria solicitada por los fiscales venezolanos que investigan la identidad de los autores intelectuales.
De ese testimonio queda una cosa clara: la Disip participó en la operación que acabó con la vida del fiscal. La Fiscalía General de la República no ha querido investigar por qué los funcionarios ordenaron el cierre de los locales adyacentes al lugar donde explotó la camioneta. Nadie sabe qué tan comprometida está la policía política en este asunto. Les invito a que lean la entrevista de Reyes porque no tiene desperdicio.
Inédita clave en conexión colombiana
GERARDO REYES
El Nuevo Herald
Un senador colombiano y una alta funcionaria de Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) de Colombia, podrían ser piezas claves en el esclarecimiento de un plan para desestabilizar el gobierno de Venezuela desde ese país, según lo declaró a El Nuevo Herald Rafael García, ex funcionario del DAS.
García, quien desató en abril pasado un escándalo en Colombia al denunciar la infiltración del paramilitarismo en el gobierno, entregó los nombres del senador, la funcionaria y otras informaciones a las autoridades venezolanas en octubre del año pasado.
El jueves, el fiscal general de Venezuela, Isaías Rodríguez, anunció que el testimonio de García será ''determinante'' para el fallo sobre el asesinato del fiscal venezolano Danilo Anderson.
En varias entrevistas realizadas en los dos últimos meses, García compartió con El Nuevo Herald parte del testimonio, hasta ahora inédito, que entregó a las autoridades venezolanas acerca de la supuesta participación de funcionarios del DAS, en complicidad con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en una operación de desestabilización del gobierno del presidente Hugo Chávez.
La más sorprendente novedad de su declaración es que en la supuesta operación habrían jugado un papel muy importante un senador de Colombia, a quien se negó a identificar, y Luz Marina Rodríguez, actual directora general operativa del DAS, la segunda posición más importante de ese organismo adscrito a la Presidencia de la República.
La operación abarcaba, según García, el envío de armas y explosivos y atentados contra Chávez, el fiscal Rodríguez y el entonces ministro del Interior Jessi Chacón.
''Definitivamente, a ese señor lo van a tener que llevar al siquiatra'', afirmó Luz Marina a El Nuevo Herald, al enterarse del señalamiento de García. ''Es calumnioso. Es infame. Miren mi hoja de vida y, como le digo, yo no acepto de nadie una sugerencia. Soy la más respetuosa de las relaciones internacionales y además soy una admiradora de Chávez'', agregó la funcionaria, quien trabaja desde hace más de 30 años en la institución.
Luz Marina no ha sido acusada ni investigada por este tema. Fue directora de la seccional del DAS en la Guajira, un departamento al norte de Colombia, de octubre del 2002 a junio del 2003. Según García, desde la frontera de ese departamento se despacharon armas y explosivos para la operación en Venezuela.
Los hechos denunciados habrían ocurrido durante la administración del DAS de Jorge Noguera, de agosto del 2002 a octubre del 2005.
García, quien era jefe de sistemas del DAS, afronta cargos de corrupción en los que se le acusa de borrar antecedentes criminales de narcotraficantes. El ex funcionario se encuentra privado de libertad en la cárcel La Picota de Bogotá desde el 27 de enero del 2005.
La contundencia de García como testigo tiene luces y sombras. Por un lado, al ex funcionario lo favorece que los indicios de las graves denuncias que hizo en abril en relación con la alianza entre el DAS y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, uno de los jefes de las AUC, para eliminar líderes de izquierda, salieron de nuevo a flote hace dos semanas en el marco de investigaciones de la Fiscalía General de Colombia.
Es el caso de un computador portátil que perteneció a Tovar y en el que la Fiscalía halló las descripciones macabras, según la revista Semana, de los asesinatos de líderes sindicales, activistas y profesores de izquierda, algunos de los cuales García había mencionado en sus declaraciones iniciales.
También fueron corroboradas con fuentes independientes sus denuncias sobre un masivo fraude electoral para las elecciones del Congreso en marzo del 2002, en una región al norte de Colombia.
En contra de la solidez del testimonio de García obra el hecho de que el ex funcionario reconoce que el asesinato de Anderson no estaba en los planes originales de conspiración que él conocía. El homicidio, ocurrido en noviembre del 2004, cuando el automóvil de Anderson explotó en Caracas, fue ''una sorpresa'' para él, según lo explicó a El Nuevo Herald.
Cuando se le pregunta qué validez tiene un testigo clave de un hecho del cual se enteró por sorpresa, García responde que, a raíz del atentando, el senador le explicó cómo se llevó a cabo y quiénes participaron.
En caso de declarar en el juicio, como lo plantea el fiscal venezolano, ya sea personalmente o a través de teleconferencia, García tendrá además que explicar a los abogados de la defensa las ofertas que le hizo la fiscalía de Venezuela a cambio de su testimonio.
La esposa de García le comentó a El Nuevo Herald en Bogotá que las autoridades venezolanas le ofrecieron a la pareja asilo político y la posibilidad de vivir en una ciudad de Europa con el soporte económico del gobierno venezolano.
García aseguró que brindó su testimonio sólo a cambio de protección de las autoridades venezolanas por los continuos riesgos que corre su vida en la cárcel.
El testimonio fue enviado a través de un intermediario al gobierno de Venezuela en cuatro páginas escritas por ambas caras, explicó García.
Como supuestos cómplices de la operación en Venezuela, García ya ha hecho públicos los nombres del general venezolano retirado Eugenio Añez Núñez, de un militar de apellido Colmenares y de la periodista Patricia Poleo. Sin embargo, tales nombres los conoció García, según la entrevista que a continuación publica El Nuevo Herald, a raíz de que otros involucrados se los mencionaron, entre ellos el senador.
Los señalados por García han calificado de ''falsas'' y ''absurdas'' sus afirmaciones.
En ningún momento, según lo admite, García fue testigo directo de los supuestos contactos y acciones de quienes señala como sospechosos.
Durante la primera entrevista concedida en abril a El Nuevo Herald y la revista Semana, García, de 42 años, aseguró que Noguera, entonces director del DAS, puso ese organismo a órdenes del paramilitarismo.
En entrevistas posteriores García admitió haber sido el enlace entre Noguera, su jefe y amigo, y Tovar, el comandante del Bloque Norte de las AUC.
Noguera se vio forzado a dejar la dirección del DAS a raíz de la investigación que comprometió a García como jefe de sistemas del organismo.
El presidente Alvaro Uribe nombró a Noguera como cónsul en Milán, cargo al cual debió renunciar por la arremetida de las denuncias de García.
¿Cuándo es la primera vez que escucha de los planes para enviar armas o participar en un plan conspirativo con el respaldo del DAS?
Eso fue a comienzos del 2003, cuando el senador, que era uno de los contactos míos con el Bloque Norte, envió el mensaje que Jorge 40 quería enviar a Jorge Noguera [director del DAS].
¿Qué decía el mensaje inicial?
Que había un plan para realizar unas actividades en Venezuela y que se necesitaba la colaboración de Jorge Noguera en el sentido de que utilizara los recursos de
los que disponía para suministrar información de inteligencia para el ingreso de armas y explosivos a través de la frontera.
¿Desde dónde se enviaban las armas?
Desde Paraguachón, [una población del departamento de La Guajira, al norte de Colombia, situada en la frontera con Venezuela] donde además se contaba con una cooperativa de comercialización de combustible de Venezuela. En ese lugar se almacenaban las armas y creo que los explosivos. Es una cooperativa controlada por el Bloque Norte de la AUC y por un personaje cuyo nombre también entregué.
¿Y también fueron enviados explosivos?
Sí.
¿Qué tipo de explosivos y de dónde salían?
Hablaron de C-4. Alguna vez el mismo senador me dijo que esos explosivos los estaban consiguiendo por Panamá. Yo no sé la forma cómo ingresaron a La Guajira. Yo vi en algunas ocasiones ingresar armas, no sé si explosivos porque no conozco mucho del tema.
¿Para qué necesitaban armas ilegales si en Venezuela sobran?
Yo me imagino que el Bloque Norte tenía muchas más facilidades de conseguirlas en Colombia y dado que esa era una de las partes en las que se utilizaba al DAS.
¿Conoció los detalles de los planes del atentado a Anderson?
En los planes que yo conocí nunca oí hablar de Danilo Anderson. A mí me sorprendió cuando el atentado en noviembre del 2004, porque el primer objetivo de los atentados era el fiscal general Isaías Rodríguez. En los planes iniciales no figuraba el fiscal Danilo Anderson.
¿Cómo puede ser testigo de un hecho del cual se entera por sorpresa?
Anderson muere en noviembre del 2004 y para esa época mi relación con Jorge Noguera empieza a deteriorarse, porque es cuando inician la investigación preliminar a mis espaldas y, obviamente, él trata de evitarme y por ello no le pregunté [sobre la muerte de Anderson]. Posteriormente, yo averiguo el tema sobre qué fue lo que ocurrió y es que me informa el mismo senador qué fue lo que exactamente ocurrió.
Pero entonces es de oídas, no directamente.
Todo lo que yo conocí fue por el senador que le digo, porque él fue el que me informó a mí de todas las cuestiones y por lo que me contaba Jorge Noguera. La pregunta mía fue por qué no había mencionado lo de Anderson y entonces él me explicó que había habido intriga de algunas personas de la oposición venezolana por un problema que él tenía con ellos.
¿Qué sector de la oposición?
Yo me abstengo de dar nombres pero la fiscalía venezolana tiene algunos nombres de esos.
¿Pero usted le ofreció información en ese sentido al gobierno de Venezuela?
Yo mandé un papel con mi puño y letra a través de una persona que tiene conocidos en la embajada de Venezuela en Bogotá. Dije que le podía suministrar información sobre cuatro puntos. El primer punto: el ingreso de tropas de las Autodefensas a través de Arauca a Venezuela. El segundo punto: el asesinato del fiscal Danilo Anderson. Dije que puedo suministrar información sobre la participación del DAS y del Bloque Norte. El tercer punto: información sobre el caso de Rodrigo Granda [guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias arrestado en Caracas]. Y el cuarto: las masacres de La Gabarra [ejecuciones de las AUC de campesinos y supuestos colaboradores de las FARC en la frontera con Venezuela]. Posteriormente, le hago llegar un documento de mi puño y letra donde cuento esta historia que le he contado a usted. Vale la pena aclarar que gran parte de esto ha sido corroborado por las autoridades venezolanas.
El sistema judicial de Venezuela está muy desprestigiado porque está controlado directamente por el gobierno. ¿No hay un riesgo aquí de que estos señores estén manipulando esto a su antojo?
Yo me limito a lo que yo conocí y que yo puse en conocimiento de ellos. No sé si la investigación está siendo manipulada. Me imagino que ellos, ante cualquier solicitud que le vayan a hacer al gobierno colombiano, tendrán que presentar cualquier tipo de soporte. O sea, no va a hacer algo caprichoso.
Usted dice que vio varios agentes del DAS pasar con armas hacia un pueblo cercano en la frontera con Venezuela. ¿Recuerda los nombres de algunos de ellos?
No, la verdad es que eran detectives adscritos a la seccional de La Guajira. Normalmente yo no me relacionaba con detectives, porque en el cargo que yo desempeñaba tenía contactos con los directores seccionales y en algunas ocasiones con los operativos o financieros. Había un detective del DAS, conductor de la seccional de La Guajira, que tenía un parentesco con uno de los guardias venezolanos en la frontera y ese era el contacto que se utilizaba para que ellos pudieran atravesar.
¿Qué otras personas podrían ser testigo de ese paso de armas y explosivos?
Mire, yo no sé qué tan dispuesta está a aceptarlo Luz Marina Rodríguez, que estuvo muy al tanto de ese asunto. Sé que ella fue protagonista principal de todo esto. Inclusive yo mismo la vi varias veces reunirse con unos personajes que venían del lado venezolano, que más adelante un funcionario de la seccional me dijo que eran agentes de la DISIP.
Me dice que presenció tres viajes de armas. ¿Fue en una misma oportunidad?
A ver, yo, en tres ocasiones diferentes, entre el 2003 y el 2004, vi a los señores ingresar armas, no eran cantidades tampoco, por la frontera con Venezuela. En el 2004, no recuerdo el mes exacto, cuando están en el proceso de construcción del puesto del DAS en la frontera con Paraguachón, yo me voy con ellos y yo entro con ellos a Venezuela. No recuerdo el nombre del pueblo. Llegamos a un sitio que es moderno, muy nuevo, de las autoridades venezolanas, y ahí funcionan oficinas de la Aduana y todo eso y yo vi a los detectives del DAS y de la DISIP. Ellos me dejaron a mí y me dediqué a conocer el edificio. Estuve con ellos más de medio día. Recuerdo que en las casetas que quedan en la vía hay una estructura de hierro color azul, muy grande, que me pareció sobredimensionada.
¿Entonces había agentes de la DISIP involucrados en el plan conspirativo?
Sí, claro, claro.
¿Cuántas veces se reunió usted con el senador para hablar de la operación?
Yo me reunía periódicamente con este senador durante los años 2003 y 2004, por lo menos lo hacíamos dos veces al mes aquí en Bogotá. Algunas veces me tocó ir al Magdalena a reunirme con él y con otro personaje. Entonces, ese era uno de los temas que se manejaban entre nosotros, de los muchos que yo manejaba con él en cuanto a intercambio de información
¿Y después usted le llevaba los mensajes de Jorge 40, que le daba el senador, a Jorge Noguera?
Así era. Yo me encontraba con este senador, eso era normalmente a primera hora de la mañana, los días miércoles o jueves, aquí en residencias Tequendama [Centro de Bogotá]. Apenas yo me desocupaba llamaba a Jorge [Noguera] y le decía que tenía algo que comentarle y subía [a la oficina de la dirección del DAS] apenas llegaba.
¿Y por qué no revela el nombre del senador?
Porque es una persona que tiene unos vínculos muy fuertes y puede representar mucho peligro para mí y para mi familia, cosa que no representa Luz Marina [funcionaria del DAS].
Pero después de la publicación de esta entrevista él se va a sentir aludido.
Yo me imagino que sí, pero mientras yo no lo mencione, me imagino que no manifestará molestia. La embajada de Venezuela conoce el nombre del personaje porque yo se los di a ellos.
¿El transporte de los explosivos usted lo vio o se lo contaron?
Yo vi transporte de armas. No conozco como está embalado un explosivo ni nada de eso. No sé si en lo que vi se transportaba explosivos. Lo que sí me dijo el mismo senador es que iban a ingresar explosivos por esa zona de Paraguachón.
¿Esos explosivos fueron utilizados en el atentado de Anderson?
Sí.
¿Hubo dinero de por medio para este plan?
El financiamiento de ese plan no lo conocí.
¿Por qué decide en octubre del año pasado hablar con las autoridades venezolanas?
Más que todo porque me di cuenta que por el escándalo que se genera de las filtraciones de paramilitares en el DAS y que se divulga por la denuncia del entonces subdirector Juan Manuel Narévez., yo veo al presidente Chávez que aparece en televisión refiriéndose al tema. Entonces, a raíz de eso es que yo busco, a través de una persona amiga el contacto con la embajada venezolana.
¿Qué ofertas le hicieron los de la embajada? Su esposa me comentó que le ofrecieron que después de declarar en Venezuela iban a ir a Europa y podrían financiar su estadía en Europa.
A mí, la verdad es que mire, Liliana, a mediados de octubre, le dictaron la detención domiciliaria y a raíz de eso no pudo volver a visitarme. Entonces, como son cosas que no hablo con ella por teléfono, ella nunca me ha contado a mí esa parte. No sé que haya podido hablar ella con ellos.
¿Usted conoció a Giovanni Vásquez, otro de los testigos de la fiscalía de Venezuela en el asesinato de Anderson?
Yo conocí a Giovanni Vásquez pero hace muchísimos años allá en El Difícil, Magdalena. Lo que yo sé es que Giovanni Vásquez no tenía la importancia en el Bloque Norte que él manifiesta tener.
¿Qué función tenía él?
En aquel momento casi todos los muchachos en esa zona se vincularon al Bloque Norte, entre otras cosas porque por allá no había mucho empleo. Entonces, era el muchacho que está con los demás, en función de colaborarle con el Bloque Norte y ese tipo de cosas, él no tenía un puesto de mando.
Entonces esas historias de reuniones, la conspiración, ¿de dónde la sacó?
Hay muchas cosas que él dice que yo sé que son ciertas, porque yo mismo las conozco. ¿Cómo las conoció? Yo no lo sé. Yo no recuerdo haberlo visto en el DAS nunca. Como le digo, yo lo conocí en el año 2000 en El Difícil. Sé que mantenía relación con el Bloque Norte.

25 de septiembre de 2006

Juan Gelman

Hoy me levanté pensando en el bueno de Juan Gelman. Debe ser porque el libro que me estoy leyendo ahora -Operación Condor: una década de terrorismo internacional en el Cono Sur, del periodista John Dinges- me recordó la injusta celada que le tendió el destino. Para quien no lo sepa, Gelman es uno de esos abuelos que conoció a su nieta después de ventitantos años de búsqueda. La chica fue entregada a una pareja que seguramente no podía concebir hijos por los criminales que tomaron el poder hace 30 años en la Argentina.
Pero estaba pensado en Gelman, les decía, porque otro azar me lo trajo a la mente. Una maravillosa pieza de Gotan Project le pone música a Confianzas, un poema de los suyos que es de mis favoritos. Descubrí la canción, que también se llama Confianzas, hace poco más de dos años en una discotienda de Madrid. Desde entonces, cada vez que estoy perdido, coloco el CD y la escucho. Ese mecánico ejercicio me ha ayudado a saber cuán duro es este oficio que ejercemos. Me ha ayudado quizá a darme cuenta en momentos de euforia que escribir no cambia el mundo ni las voluntades. Gelman lo dice mejor que yo:
Confianzas
se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
y más:
esos versos no han de servirle
para que peones maestros hacheros vivan mejor coman mejor
o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán
no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos
ni papagayos ni bufandas ni barcos ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
se sienta a la mesa y escribe

22 de septiembre de 2006

Latin American Idol

Ya lo había pensado al leer las primeras entrevistas, pero luego de leer un reportaje del periodista Carlos Sanzol, de La Nación, entendí que el ganador de Latin American Idol será una estrella más.
Todos los que llegaron a las sesiones finales, que se graban en Buenos Aires, son tipos con un trecho recorrido en este tipo de reality shows. Isa Mosquera, recientemente eliminada, había ganado un concurso similar, llamado Popstar, en su natal Colombia. Grabo dos discos y fue toda una celebridad mientras el recall del concurso no fue molido por el trapiche del show bussiness. Hoy puede salir de su casa sin ser acosada.
La nota de Sanzol no tiene desperdicio. Es una de esos ejemplos de un medios de comunicación que establece una agenda propia por encima de los intereses de los canales. Cada día son más frecuentes los viajes de los periodistas a los estrenos de los seriados estadounidenses y las películas de Hollywood. La consecuencia de esta mala costumbre es una nota previsible y aburrida y la imposibilidad de salirse del programa de la visita ¿Cómo se puede escribir un reportaje como el de Sanzol si el canal paga el viaje del reportero? No siempre ocurre, pero a veces una nota como esta nos recuerda cuál es el verdadero papel de los editores y reporteros

14 de septiembre de 2006

Libros: La loca de la casa

Quien se acerque a los artículos que Rosa Montero habitualmente publica en el diario El País celebrará, no tanto el desarrollo de originales puntos de vista, sino la simbiosis entre el periodismo y literatura. Entrevistadora aguda, tal vez Montero decidió escribir columnas y entrevistas desde los 19 años para demostrarle a los cultores de la pirámide invertida que el periodismo es también un género literario.
Nacida en Madrid el 3 de enero de 1951, Rosa Montero contrajo tuberculosis a los 4 años y estuvo postrada en cama hasta los 9. No asistió al colegio en casi un lustro, pero aprovechó su convalecencia para devorar todos los libros posibles. Hoy es una de las autoras españolas más leídas. Después de ganar el Premio Primavera de Novela en 1997, con La hija del caníbal, de la cual se hizo una adaptación cinematográfica protagonizada por Cecilia Roth, su obra literaria alcanzó la cima a la que ya había trepado con su trabajo periodístico.
Hace algunos años leí Te trataré como a una reina y Amantes y enemigos, un volumen de relatos cuya elaboración, según la propia autora, le permitió salir del pantano que impide a los escritores desarrollar nuevas historias. Al margen de la calidad de ambos textos, me sorprendió la correspondencia entre su obra periodística y sus trabajos literarios. En un volumen de entrevistas editado por Aguilar, que todo estudiante de comunicación social debería tener como referencia del género, Rosa Montero describe a sus entrevistados como si fueran personajes de ficción, y convierte a los materiales destinados a vivir la gloria efímera de un día en textos que poseen el atractivo intemporal de los cuentos y las novelas. Hay, en fin, un afán de demostrar que, tan importante como respetar la fidelidad y el contexto de las opiniones del interrogado, es la percepción que de él tiene el entrevistador.
En La loca de la casa, que es el diamante más brillante de su carrera literaria, la escritora española reivindica el efecto analgésico de la imaginación. El lector podrá entender que más que un rapto de inspiración, la escritura es la diaria batalla que se entabla contra el recurrente silencio de la página en blanco. En ese sentido el libro es un testimonio de la creación literaria. Pero quienes se acerquen a sus páginas también presenciarán un duelo de la imaginación a partir de tres relatos sobre una misma historia de amor que la propia Rosa Montero, o el personaje que ella encarna, protagonizó. M. conoció a Rosa en los años finales del franquismo. Era un actor de Hollywood lo suficientemente apuesto como para provocar el aumento de la líbido. Después de tomar y bailar, dirigen sus pasos hacia la alcoba del actor donde hacen el amor. O tal vez no lo hicieron, quién sabe.
Más que el desenlace de esa historia, lo verdaderamente interesante es entender que las recapitulaciones están sometidas a las manipulaciones de la memoria y no pocas veces la imaginación desvirtúa los hechos. La loca de la casa, que es la metáfora con la que Santa Teresa de Jesús bautizó a la imaginación, refuerza la advertencia que Gabriel García Márquez hace al comienzo del primer tomo de Vivir para contarla: "La vida no es lo que uno recuerda, sino cómo lo recuerda".
En un artículo publicado en El Nacional en mayo de 2003, Mario Vargas Llosa se formuló varias preguntas derivadas de los afluentes que siguió la historia de marras: "¿quién era ese anónimo actor de Hollywood con quien Rosa se extravió aquella noche de trementina y largos besos en los laberínticos pasillos de la Torre de Madrid? ¿Hicieron o no el amor como dos anacondas? ¿Y qué demonios pasó después? ¿Se encontraron años más tarde en un festival de cine? ¿Fue cierto que su hermana gemela le arrebató la conquista? ¿Y aquel encuentro crepuscular, de ex combatientes, bajo unas sábanas chilenas, tuvo realmente lugar?" Esas preguntas sólo tienen respuestas parciales. "Todo lo que cuento en este libro sobre otros libros u otras personas es cierto, es decir, responde a una verdad oficialmente documentable. Pero me temo que no puedo asegurar lo mismo sobre aquello que roza mi propia vida. Y es que toda biografía es ficcional y toda ficción autobiográfica, como decía Barthes", afirma la autora en el post scriptum. La loca de la casa evidencia que los escritores son unos mentirosos indómitos. Pero también deja una enseñanza acaso más reconfortante. Nada como la ficción para ponerse a salvo de la rutina.

Riquelme

"El Romántico" - así le dice, con absoluta pertinencia, un narrador argentino- se ha retirado de la selección argentina. Ha largado todo por la causa más noble del mundo: la tranquilidad de su madre. Anoche lo entrevistaron en un late show de Buenos Aires y superó su parquedad genética para hablar largo y tendido: "He tomado la decisión de no formar parte de la selección a partir de ahora y que nada. Fue una decisión..., no me llevó mucho pensarlo... Tengo que pensar en la salud de mi mamá y eso hizo que la decisión fuera bastante fácil. Desde que finalizó el Mundial mi mamá ha terminado internada dos veces. Siempre tuve las cosas bastante claras: antes que el fútbol está mi familia, más mi vieja, que es lo más grande que tengo en la vida y mi responsabilidad es cuidarla y tenerla todo el tiempo que más pueda. No tengo ningún derecho en hacerla sufrir a ella porque yo quiera jugar con la camiseta de mi país".
El Coco Basile, que le había dado la cinta de capitán, entendió sus razones y ya le busca sustituto. No será fácil, porque no hay un tipo con una pierna tan obediente como su derecha. Cuando cobra un tiro libre, o un saque de esquina, los arqueros no saben si salir a cortar el centro o quedarse bajo el larguero. Alguna vez escuché a Rafael Dudamel, el portero de la selección de Venezuela, decir que la pelota pateada por Riquelme parece perder velocidad cuando se acerca, aunque en realidad viene con más impulso.
De acuerdo con las encuestas en línea, los fanáticos creen que Pablo Aimar podrá generar tantas ocasiones de gol como Román. Yo no lo creo. Riquelme es tal vez uno de los últimos representantes de la cofradía de los números 10. El fútbol de hoy desprecia la pausa y admira a los descerebrados que corren sin parar. Lo que preocupa es que los argentinos, que en vez de pronunciar el número 10 luego del 9 dicen "Diego", hayan perdido la paciencia con la madre de su heredero.

13 de septiembre de 2006

El reverso de Hugo Chávez

Para Mario Seijas
Una infeliz declaración de George W. Bush: ahora resulta que Estados Unidos reconoce con absoluta desfachatez que no se apega a las leyes del derecho internacional. Ya lo habían dicho The Washington Post y El Diario de Mallorca, entre otros, cuando revelaron la existencia de centros clandestinos de detención en Europa y Asia. "Sin aportar detalles sobre la ubicación, las condiciones de detención ni del interrogatorio", escribe el periodista Hugo Alconada Mon en La Nación, de Buenos Aires, "Bush afirmó que los detenidos aportaron datos vitales. 'Este programa nos ha ayudado a detener a potenciales asesinos masivos antes de que tuvieran una chance de matar. Es invaluable para Estados Unidos y nuestros aliados'", afirmó. La CIA llegó a tener 100 "terroristas" detenidos por fuera de los tratados internacionales y ha asegurado que el programa secreto seguirá funcionando.
Sigue Alconada Mon: "la Casa Blanca también presiona al Congreso para que apruebe un paquete de normas que le permita al Pentágono armar tribunales militares para juzgar a un número impreciso de detenidos en Guantánamo, aun cuando la Corte Suprema de Justicia declaró ya la inconstitucionalidad de ese tipo de procesos. El máximo tribunal concluyó que estos tribunales militares violan las garantías establecidas por la Convención de Ginebra y otras normas ratificadas por Estados Unidos sobre los prisioneros de guerra, pero la Casa Blanca los define como 'combatientes enemigos', una categoría sui generis.
"La administración Bush retomó, además, la iniciativa en el Congreso. Busca ahora que las acusaciones ante estos tribunales puedan basarse en información confidencial, pruebas que no serían mostradas a los acusados, por lo que no podrían rebatirlas. 'Una de las tareas más importantes para el Congreso es reconocer que necesitamos herramientas para ganar la guerra contra el terrorismo', reclamó el mandatario ante las cámaras de televisión".
En una reciente entrevista concedida a The New York Times, el gran John Le Carré se preguntaba cómo era posible que Estados Unidos tuviera una política exterior si se niega a hablar con los pueblos con los que mantiene un conflicto. Esta opinión es apenas un aspecto de un mal mayor: la negativa de Washington a limitar su margen de maniobra. No reconocen la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional, pero suelen advertirle a los demás países que los delitos de lesa humanidad no prescriben y que actúan apegados a las leyes. Llaman la atención a aquellas naciones que socavan la democracia y violan los derechos humanos, pero para ellos no existe advertencia posible porque ellos tienen el salvoconducto de la guerra contra el terrorismo.
Ese doble discurso es el pasto que alimenta el creciente antiamericanismo que se ha desatado en Latinoamérica. Incluso aquellas personas que justificaron la reacción norteamericana tras los atentados del 11-s han comenzado a cuestionar los métodos usados por la administración Bush para intervenir en Irak. ¿Y cómo no hacerlo si cada día es más evidente que la campaña antiterrorista se ha propagado sin justificación alguna? A la falta de pruebas que determinen si Irak construía armas de destrucción masiva antes de la guerra, se suma la duda sobre los vínculos de Saddam Hussein con Al Qaeda. (Pueden buscar los detalles de esta noticia en www.intelligence.senate.gov o en la edición del sábado 9 de septiembre de The New York Times. La nota se titula C.I.A. Said to Find No Hussein Link to Terror Chief).
George W. Bush es el reverso del presidente Hugo Chávez. Tal vez por eso se odian tanto. En Estados Unidos, sin embargo, pronto pueden cambiar las cosas. Las encuestas indican que el Partido Demócrata tomará el control de la Cámara de Representantes en los comicios del próximo mes de noviembre. Alguien tiene que ponerle freno a las arbitrariedades.

4 de septiembre de 2006

El espíritu heroico del 11-S

La otra noche vi Vuelo 93 y salí del cine con una certeza: las películas sobre la tragedia del 11 de septiembre de 2001 reforzarán el espíritu heroico del pueblo estadounidense. Al menos las dos primeras no se apartan de lo previsible. Una de ellas, World Trade Center, de Oliver Stone, prefiere centrarse en el drama de un policía portuario (Nicolas Cage) atrapado entre los escombros de las Torres Gemelas. La otra, Vuelo 93, de Paul Greengrass, reconstruye el trágico destino del único avión que hace cinco años no se estrelló contra los símbolos del Imperio.
El reparto de Vuelo 93, compuesto por actores desconocidos, parece contratado para realzar el anonimato de las víctimas. Greengrass logro evadir la tentación de trabajar con primeras figuras, tal vez porque la reconstrucción del accidente tampoco se presta para contar a través de los ojos de una persona lo que fue un drama coral.
Vuelo 93 no pretende contradecir la historia oficial. Si bien las investigaciones de la Comisión del 11 de Septiembre y varios reportajes periodísticos concluyeron –a partir del reporte de la grabadora de voz de la cabina y de las llamadas de dos de los pasajeros a sus familiares– que captores y rehenes lucharon hasta que el avión cayó en un descampado de Shanksville, Pensilvania, todavía quedan demasiados cabos sueltos como para dar por válida esa versión. La falta de respuestas derivó en la formulación de las clásicas teorías conspirativas, tan caras a los estadounidenses escépticos.
Entre los escritos que le dan alas a la duda está el de John Carlin, quien publicó en agosto de 2002 un reportaje que ilumina las zonas oscuras de esa tragedia. “Todo el mundo conoce la inspiradora historia del Vuelo 93, de los heroicos pasajeros que forzaron el aterrizaje del avión secuestrado. El único problema es que no puede ser verdad”, escribió el reportero inglés en el sumario de su nota.
Vuelo 93 está estructurada en torno a lo que Carlin ha calificado, en el mejor de los casos, como una media verdad. Las autoridades norteamericanas califican de héroes a los viajeros y han boicoteado cualquier intento que desvirtúe esa apreciación. Se desconoce si es cierto que el avión fue derribado por la Fuerza Aérea. Un breve reporte de la cadena CBS indica que dos F-16 seguían al avión de United. El vicepresidente Dick Chenney reconoció, cinco días después de los atentados, que el presidente Bush había autorizado que los pilotos tumbaran los aviones comerciales.
Al periodismo norteamericano, tan dado al escepticismo y a la prudente distancia del objeto de estudio, le ha sido imposible verificar lo que dijo Lee Purbaugh, uno de los testigos del accidente. Purbaugh y seis personas más se refirieron a un avión que sobrevoló la zona minutos después del impacto. Tampoco saben qué fue de Glen Cramer, el operador del servicio 911 que atendió la llamada de uno de los pasajeros. En la escena representada en la película se ve a un hombre que se encierra en el baño antes de que los secuestradores lo adviertan. Un despacho difundido por AP el 11 de septiembre recoge las declaraciones de Cramer. “El hombre exclamaba ‘¡nos están secuestrando, nos están secuestrando!’. Confirmamos eso varias veces y le pedimos que repitiera lo que dijo. Estaba muy angustiado. Dijo que creía que el avión iba a estrellarse. Él escuchó una explosión y vio salir humo blanco, aunque no sabía de dónde. Luego se cortó la comunicación”.
Según Carlin, el FBI confiscó la cinta de la conversación y prohibió a Cramer hablar con los medios. Los controladores aéreos del aeropuerto de Cleveland –cuya angustia frente a la pantalla es de las mejores escenas logradas por Greengrass– tienen prohibido mencionar lo que vieron esa mañana en el radar. EL FBI ha ensayado respuestas para cada interrogante, pero no ha podido impedir que florezcan toda clase de especulaciones. Algunas están recogidas en la página http://www.flight93crash.com/. Una visita confirma que, como el asesinato de Kennedy o el 11 de abril de 2002, la caída del vuelo 93 de United Airlines se convertirá en un misterio de nunca acabar.

23 de agosto de 2006

Superar a Hugo Chávez

Suelo pulsar el autoscan del radio de mi automovil con una frecuencia no recomendada para los conductores. La mala costumbre me permitió escuchar el discurso de Juan Barreto durante la instalación del Consejo Metropolitano de Administración de Políticas Públicas. Lo del alcalde mayor ha sido peor que cualquiera de las más lamentables intervenciones del presidente Hugo Chávez. Y mire que eso no es nada fácil. Barreto ya está en el lugar más alto del pódium del racismo.
El funcionario incurre en una generalización inaceptable cuando califica de "putrefacta" a la clase media. Si bien es cierto que una parte de dicha clase media carece de sensibilidad social, y que sus expresiones sobre el chavismo son consecuencia de los prejuicios de clase, no se puede concluir que todos los venezolanos estamos "embrutecidos por el dinero". Barreto sí está embrutecido por el resentimiento y tiene el nada envidiable honor de ser el principal promotor del odio en Venezuela.
Crecí en un hogar liderado por dos personas que venían de abajo, y que mucho le deben a la democracia del Pacto de Punto Fijo. Ese sistema tan denostado también permitió que el actual presidente pudiera salir de la casa con piso de tierra que ocupaba en Sabaneta de Barinas. Ese mismo sistema convirtió a Barreto en profesor de la escuela de Comunicación Social de la UCV. Pero los revolucionarios, que dicen encarnar la supremacia moral de la nueva Venezuela, guardan un silencio conveniente. Ninguno de ellos le llevaría flores a ese muerto

17 de agosto de 2006

El imposible Vito Corleone

No debe ser poco el peso que cae sobre los hombros del retraído Juan Arango. El día del amistoso contra Honduras, el diario deportivo Líder, de Caracas, hizo un fotomontaje con el poster de El Padrino y colocó la imagen del hombre del Mallorca donde alguna vez estaba la de Vito Corleone.
Nadie pone en duda la calidad de Arango, pero tal vez se le pide demasiado cuando pretendemos que, como el viejo Corleone en la carátula de la saga, maneje los hilos de la realidad. Juan ha tenido la desgracia de revelarse como goleador en un país huérfano de un killer del área. Ayer en Maracay tuvo que bajar al mediocampo, posición de la que jamás debe salir, para tomar la pelota. Su calidad es indiscutible como delantero, pero la Vinotinto necesita de buenos manejadores. Ayer fuimos una tropa sin mariscal de campo

El camino empedrado del socialismo del siglo XXI

Que 14 militares estén involucrados en la fuga del presidente de la CTV, Carlos Ortega, y los oficiales de apellido Farías es la evidencia de que la Fuerza Armada Nacional no es la guardia pretoriana del presidente Hugo Chávez. El afán de lucro olvida cualquier clase de ética y valores. Pero otros dos episodios –la situación de las cooperativas y el acto de graduación de la primera tanda de profesionales egresados de la Universidad Bolivariana de Venezuela– también dan cuenta de que el Gobierno está lejos de cambiar el modus vivendi y la relación de los venezolanos con la imposición del pensamiento único.

La comparecencia del superintendente nacional de Cooperativas, Carlos Molina, en la Asamblea Nacional demuestra que los nuevos modelos de gestión chocan con la idiosincrasia local. “Hay debilidad de valores y principios”, confesó el funcionario, según una nota escrita en el diario El Nacional por la periodista Corina Rodríguez Pons. Después de año y medio de gestión, Molina reveló que de 2.376 cooperativas que han fiscalizado entre mediados del año pasado y este año, en 2.110 han comprobado irregularidades en el manejo de los fondos. Muchas de esas cooperativas (1.894) tampoco cumplen con los requisitos que trimestralmente les exige la superintendencia y en 669 algunos de sus socios han dicho que hay arbitrariedad en la toma de decisiones; es decir, no todos participan en el debate. Simultáneamente, Molina aseguró que la Superintendencia de Cooperativas ha recibido 1.634 denuncias; 657 de ellas aseguran que en esas asociaciones hay malversación de fondos y otras 355 las enviaron algunos asociados para reclamar que los excluyen de las decisiones.

Parece muy lejano el día que los obreros controlen las empresas e instituciones del Estado, o que los trabajadores decidan el destino del negocio. De eso está consciente el propio presidente Hugo Chávez cuando ayer, en el acto de graduación de la primera camada de técnicos universitarios formados en la Universidad Bolivariana, dijo que los nuevos profesionales serán responsables de la construcción de otro modelo de sociedad. Por ahora, el ADN cultural de los venezolanos está en las antípodas del socialismo. La pregunta es si a Chávez le alcanzará la gasolina antes de que cambie la mentalidad de los venezolanos.

13 de julio de 2006

Zidane y Valdano

Aunque ya se apagaron las luces de Alemania 2006 aún queda tiempo para comentar varias cosas. Una de ellas, lógico, tiene que ver con el cabezazo que Zinedine Zidane le dio a Marco Materazzi en el último suspiro del partido final. Resulta un ejercicio inútil dilucidar si el francés agredió al italiano como consecuencia de las contínuas mentadas de madre, o si perdió la cabeza luego de una puntual provocación. Hay algo de lo que nadie debe dudar: la reacción de Zizou jamás borrará los trucos de su pierna derecha.
Alguna vez presencié sus artes de prestidigitador en un partido contra el Albacete en el Santiago Bernabeu. Pero nada supera lo que ocurrió en la recientemente finalizada Copa del Mundo. De todas las imágenes que repitieron hasta la saciedad los canales de televisión me quedo con el sombrero que le hizo a Roberto Carlos en el partido de cuartos de final contra Brasil. Zidane recibió el balón de espaldas al arco, y antes de que el lateral brasileño lo anticipara, Zizou levantó el balón sobre su cabeza. Como si fuera un chico de 20 años, tuvo tiempo de ganarle la espalda al defensor y encarar al arco. Aunque la jugada no terminó en gol, Zidane me hizo entender que sería más feliz el resto de mis días.
Me niego a creer que esta imagen, así como cualquier otra faena con el Real Madrid, la Juventus o la selección gala, quede eclipsada por la sombra de un cabezazo. A veces resulta conveniente recordar que, antes que dandys, somos seres humanos y tenemos la cabeza caliente. Queda claro que después de lo del domingo 9 de julio, la Fifa no podrá exhibirlo como el osito de peluche que es Pelé.
Esa y otras anécdotas recoge el último libro de Juan Villoro, Dios es redondo (Planeta, 2006). La gran cantidad de partidos, la intensa dinámica del fútbol mundial y la desmedida celebración de torneos posibilita que se olviden ciertos episodios memorables de los mundiales. El libro no sólo recoge algunas de esas anécdotas, sino que tiene la facultad de revivirlos. Leyéndolo volví a evocar ciertos lances que yacían olvidados en el desván de mi memoria.
La práctica del fútbol es abordada por Villoro como un ejercicio intelectual, pero también quiebra una lanza por el simple hecho de tocar una pelota. De todos los capítulos me quedó con una entrevista a Jorge Valdano. Yo había leído algunas de las columnas del ex delantero de la selección argentina y sus recopilaciones de relatos de fútbol. Noté entonces la luminosidad de su inteligencia y una precisión en el uso de la palabra que no abunda en los jugadores de fútbol. Desde hace algunas semanas llevo conmigo varias de sus frases, porque explican como ninguna otra las actuales complejidades de un juego que muchos se empeñan en reducir a simples patadas a una pelota. Quien quiera asomarse al backstage del título mundial conseguido por Argentina en 1986 podrá encontrar aquí una imprescindible galería de anécdotas. ¿Sabían ustedes que Maradona también era una deidad para sus compañeros de equipo? ¿Por qué Jorge Burruchaga, quien por esos días era considerado, después de Diego, la pierna más educada del plantel, jamás se atrevió a hablarle? ¿Cómo fue posible que Valdano y Maradona se entendieran en la cancha si vivieron la mitad del campeonato peleados?
Valdano debe ser la persona que mejor describió la escindida personalidad de Maradona. "Creamos un Dios cuando solamente se trataba de un hombre", escribió en Los cuadernos de Valdano. En Dios es redondo hace otra reflexión no menos aguda. "Diego perdió el sentido del límite demasiado pronto; se desentendió de la realidad y, como la celebridad impone mucho, nadie se anima a contarle la verdad. El único sitio en el que Diego se siente auténtico es dentro de la cancha, ahí vuelve a pisar la tierra, vuelve a sentirse débil, vuelve a sentirse niño (...) Dentro de la cancha Diego recupera el gozo de cuando era chico, pero cuando termina el partido, desaparece la persona y aparece el personaje". El libro de Villoro es una gema escasa, como los equipos ofensivos.

27 de junio de 2006

El Mundial y la televisión venezolana

Sigo con atención las transmisiones televisivas de los medios de comunicación venezolanos del Mundial Alemania 2006. Salvo la sorpresa de ver a Rafael Dudamel convertido en el más atinado comentarista, lo demás ha sido predecible y hasta aburrido. No sé si esta apatía de los narradores tiene que ver con el hecho de que están trabajando del otro lado del océano. El otro día escuchaba en la radio que los equipos de Televisa y TV Azteca, de México, y RCN, de Colombia, hicieron el esfuerzo de mandar a sus especialistas a cada uno de los estadios donde se disputa el campeonato. Los comentaristas de TV Azteca en el partido entre Argentina y México eran Gabriel Omar Batistuta y Samuel Eto'o, presentes en Leipzig. Aquí Dudamel y Richard Páez estaban confinados a la cárcel de Quinta Crespo
A los medios venezolanos les ha costado entender cuán importante es la presencia de los periodistas en el sitio del evento. Nunca será lo mismo comentar un partido de fútbol a través de un monitor de 42 pulgadas pantalla plana que en el propio estadio. Esa desgracia explica la calidad de las transmisiones. Al televidente se le satisface con información de primera mano, no con refritos de lo que otros reporteros hacen

23 de junio de 2006

Debut

Empiezo este viaje sin saber muy bien por qué decidí abrir este blog. Puede ser un ejercicio de vanidad, o tal vez la convicción de aprovechar las ventanas que ofrece la tecnología. Aún no tengo claro qué cosas pienso ventilar en este tendido, pero en cualquier caso no será un espacio que reproduzca la asepsia inherente a cierto periodismo. Aquí habrá pasión, desmesura y sangre.