Los feligreses de esa
religión que es el chavismo ya tienen su primera Iglesia. Construida por iniciativa
de María Gabriela, la hija del
presidente de Venezuela Hugo Chávez, al lado del Hospital Militar, la llamada
Capilla de la Esperanza recibe a quienes se han acercado a respaldar al comandante-presidente
en esta dura hora que le ha tocado vivir, la peor desde que regresó a Caracas
el 18 de febrero proveniente de La Habana.
Este martes al mediodía
los fieles seguidores de Chávez ocupaban los 30 asientos de la pequeña capilla,
una construcción a base de vigas y columnas de acero rematada con ladrillos
cortados en forma de cruz. En las paredes hay un afiche de la última campaña
electoral presidencial. Se trata de una imagen del jefe del Estado pegada sobre
un pedazo de cartulina en la que se lee: “Hay que visualizarlo sano”.
En la antesala está
Abril Pérez acompañando el rosario en silencio, con un leve movimiento de
labios. Lleva en sus manos varias fotocopias de un artículo del veterano
periodista deportivo Juan Vene, que reseña una receta de un sacerdote
franciscano, Fray Romano, que supuestamente funciona como una pócima mágica que
disminuye el tamaño de los tumores malignos o los erradica en definitiva.
Abril es enfermera y
todos sus colegas del hospital donde trabaja en Los Valles del Tuy, una lengua
de tierra caliente rodeado de una frondosa vegetación a treinta minutos de Caracas,
siguen la lógica implacable de la ciencia médica; pero ella, que en esta
capilla no es enfermera sino una devota seguidora del presidente Hugo Chávez, le
tiene mucha fe a Fray Romano, porque asegura que la receta ha curado de cáncer
de seno a su hermana y un linfoma no hodgkin en el abdomen de un vecino.
De pronto otras dos
mujeres la rodean para escuchar la explicación: mezclar medio kilo de miel
pura, otro medio kilo de sábila y 50 mililitros de ron y tomarlo veinte minutos
antes de las comidas en sesiones de diez días. Eso cura. Su hermana se bebió
ese brebaje antes del segundo ciclo de quimioterapias y cuando los médicos le
hicieron los estudios encontraron que el tumor había disminuido de tamaño dos
centímetros. “En el siguiente chequeo había desaparecido por completo”, afirma.
Abril quiere contarle a los fieles chavistas que el milagro es posible, y que
si alguien le acerca la receta a Hugo Chávez podrá salvar la vida.
El rosario continúa y
Nelly Arias camina entre el público con una imagen del Nazareno de San Pablo al
lado de una de las tantas fotos que se ha tomado el líder bolivariano con la
banda presidencial. Ella también lleva entre manos una vieja imagen de los días
cuando el comandante estaba preso en la cárcel de Yare por la intentona golpista
contra Carlos Andrés Pérez en 1992. Nelly toma la foto, besa justo la parte
donde sonríe el comandante-presidente. Viene del este de la ciudad, de Petare,
a pedirle a los santos que obren el milagro que la ciencia no ha podido
cumplir.
Su devoción podría
sugerir que no resistiría la ausencia definitiva del Presidente, pero ella
también parece consciente de la gravedad del primer mandatario. “Si nos falta
Chávez, nos queda Nicolás Maduro”, afirma. “Fui seguidora de Carlos Andrés
Pérez, pero ya he despertado. Ellos (refiriéndose a la oposición) nunca más
volverán”.
Cuando el rosario
culmina la mujer que dirige los rezos anuncia a Abril. Y ella empieza a contar
la misma historia que poco antes me había contado. La burocracia gubernamental
también aprovecha la hora del almuerzo para elevar una plegaria por la salud
del comandante-presidente, a quien no han visto desde el pasado 10 de
diciembre. “No podemos permitir que perdamos a esta hombre amado como perdimos
a Jesucristo”. La gente escucha con atención a Abril acaso porque ya entiende
que ya todo está en manos de Dios.