Foto Ricardo Gómez Pérez /Cortesía de Complot Magazine
El diario El País, donde habitualmente escribo, publicó en su edición impresa del domingo 30 de marzo de 2014 una entrevista que hicimos Ewald Scharfenberg y yo a la diputada María Corina Machado. La tiranía del espacio en los medios impresos nos obligó a reducir la extensión. La líder de la oposición venezolana desarrolla aquí varias ideas que en la versión original apenas quedaron enunciadas. Aquí vamos:
P: La oleada de disturbios ha dejado 36 muertos y más de 1.000 detenidos desde febrero. A la detención de Leopoldo López se podría sumar su posible encarcelamiento ¿Se arrepiente de algo?
R: Esto es mucho más que una oleada de
protestas. Aquí se ha producido un movimiento cívico sin precedentes en nuestra
historia. En primer lugar, no se
concentra en una sola región, sino en todo el país. En segundo lugar, es un
movimiento que integra todos los sectores de la sociedad. Muchos no lo creen,
pero veamos de donde vienen las personas detenidas y los torturados. En tercer
lugar, este movimiento ha adquirido un nivel existencial. Se trata de una lucha
por recuperar la dignidad humana.
P: A
partir de la visita de la misión de la Unión Sudamericana de Naciones pareciera
que se están abriendo espacios para el diálogo entre el gobierno y un sector de
la oposición. ¿Que se posibilite esa vía es algo que podría desactivar la
protesta en la calle? ¿O es algo que usted incluso saluda?
R: El diálogo es esencial
en un sistema democrático. Ahora bien, si este es un régimen que en 15 años ha
destruido los elementos de la democracia –no hay separación de poderes, no hay
libertad de expresión, no hay respeto al estado de derecho o al pluralismo- hay
una clara conclusión: En Venezuela hay una dictadura que, escondida en formas
democráticas, cada vez que sentía que la sociedad elevaba la voz de sus
demandas llamaba a la paz y al diálogo. Una vez que se lograban acuerdos
firmados que desmontaban la tensión desconocía lo acordado y avanzaba en su
proyecto. Con estos precedentes nuestra posición es muy firme. No permitiremos
que el llamado al diálogo sea un engaño, una nueva traición que desmovilice la
protesta para que el régimen gane tiempo y recupere su legitimidad
internacional. Por eso, el diálogo debe conducir a una transición democrática
que incluya profundas reformas políticas que conlleven a la restitución de la
Constitución y de los derechos humanos en Venezuela. Por eso hemos exigido una
serie de acciones antes de instalar el diálogo: el cese inmediato de la
represión por parte de las bandas criminales y la Guardia Nacional; justicia;
la liberación de todos los presos políticas, la restitución en sus cargos de
los alcaldes, y una ley de amnistía que permita el regreso de todos los
exiliados y perseguidos. Es lo mínimo que el régimen tiene que producir para
que podamos plantear entonces un diálogo.
P: Ayer
Maduro pareció abonar el camino de la reinstitucionalización del país
anunciando que se elegirían a los nuevos miembros del Consejo Nacional
Electoral, al Contralor General de la República y se llenarán las vacantes del
Supremo. Todo proceso de negociación implica ceder y aceptar los ofrecimientos
del adversario. ¿Este anuncio sería suficiente para pedir que se suavice la
protesta?
R: Eso no depende de nosotros. La protesta es
una expresión ciudadana. La gente lo está haciendo porque aspira a obtener su
libertad.
P: ¡La
oposición tiene la fuerza para poder obligar al gobierno a aceptar sus
condiciones para dialogar?
R: Eso mismo se preguntaban al principio de la
protesta. La respuesta está en la calle. Las madres y los compañeros de los jóvenes
asesinados no desfallecen. Uno va a darles el pésame y te animan para que sigas
luchando. Ya lo dijo Vargas Llosa: en Venezuela se juega ahora, como hace 200
años, el destino de América Latina. Y con respecto al diálogo y el papel de
Unasur. Esta instancia tiene una deuda desde que los presidentes de Suramérica
se reunieron en Lima, a propósito de las cuestionadas elecciones del abril de
2013. Ellos se comprometieron a una auditoría integral de los resultados
electorales y el envío de una misión para investigar los hechos de violencia. Sí
estos acuerdos no se cumplieron, si ellos traicionaron la palabra empeñada con
los venezolanos, ¿pueden venir a plantear un acuerdo entre las partes sin dar
respuesta a lo anterior? ¿Creen que el pueblo de Venezuela va a confiar en una
tercera parte objetiva cuando varios de esos cancilleres expresaron su
incondicional apoyo al régimen de Maduro?
P: Ahora
enfrenta el trance de su pérdida de curul. ¿No planeó esta consecuencia cuando
decidió aceptar el cargo de embajadora alterna de Panamá ante la OEA? ¿Qué va a
hacer para restituir su posición dentro de la Asamblea Nacional?
R: La Constitución es muy clara con respecto a
los causales que determinarían el cese del fuero parlamentario. Ninguna de esas
condiciones aplica en mi caso. El señor Diosdado Cabello (presidente de la
Asamblea Nacional) no tiene potestad alguna para destituirme.
P:
Cabello ha dicho que no la va dejar entrar
R: Cabello ha cometido toda clase de
desafueros. Yo reitero. Soy diputada. Ejerceré mi función dentro y fuera de
Venezuela. A la OEA fui como diputada para
que en ese seno se escuchara la voz del pueblo reprimido, pero la decisión de
hacer una audiencia privada, más la eliminación del punto de Venezuela en la
agenda, determinó que yo asumiera accidentalmente la representación alterna de
Panamá para poder hablar. Así consta en una carta firmada por el propio
secretario general del organismo José Miguel Insulza. Lo cierto es que
impedirme hablar fue un enorme error político. El propio Insulza lo dijo: si la
hubieran dejado hablar a esta señora seguro habría tenido algún impacto, pero
no hubiera tenido tanta resonancia como la que tuvo.
P: ¿La
respuesta del gobierno de levantarle el fuero parlamentario era un costo que
habías tomado en cuenta?
R: Yo utilicé un mecanismo previsto por la OEA
que, vaya cinismo, este régimen también utilizó para que la canciller de Manuel
Zelaya pudiera hablar.
P: El
Gobierno ha dicho que la diferencia allí fue darle la voz a un gobierno
derrocado. El gobierno dice que usted es una ciudadana de un país que pertenece
a la OEA
R: Pudieran buscar miles de argumentos. Todos
los embajadores de la OEA saben que no he cometido delito alguno y que estaba
cumpliendo mi deber como diputada.
Usted
siempre ha dicho que es imposible derrotar al régimen mediante elecciones.
¿Hacía falta todo esto que ha ocurrido para revelarle a la comunidad
internacional el cariz represivo del Gobierno? ¿Por qué no esperar a que se
cumplan los lapsos previstos por la Constitución para convocar a elecciones?
R: Las elecciones presidenciales de abril nos
dejaron una gran enseñanza: no basta ser mayoría y ganar elecciones cuando se
enfrenta a un régimen perverso que controla todos los poderes públicos. Desde
luego, que creemos en las elecciones para definir el futuro. Pero esto tiene
que ir acompañado por una gran movilización ciudadana que haga retroceder a un
régimen que tiene todas las instituciones cooptadas. Pensemos lo que se ha
logrado en estas semanas de lucha. Pensemos en la Venezuela de finales de
enero y la de finales de marzo. Un país
que desde afuera se veía aterrorizado y resignado y sin fuerza en
contraposición a una Venezuela que despertó y que le ha arrebatado la máscara
democrática al Gobierno.
P: Es la
parte épica, pero van 36 muertos y más de 1.000 detenidos…
R: En Venezuela el hampa está desbordada. El
año pasado asesinaron a 25 mil personas. ¿Cómo estamos hablando de 36 muertos
si en Venezuela todos los días asesinan a 60 personas?
P: La
pregunta es: ¿es necesario pasar por todo esto para conquistar el poder?
R: Este régimen tenía como objetivo, por vía
del apaciguamiento y la asfixia, la clausura de todo espacio de resistencia.
Comparemos el deterioro de la libertad de expresión y de las libertades
sindicales en este último año.
P: Pero
si alguien le dijera que para salir de un régimen que usted caracteriza como
pervertido hacen falta varios muertos, ¿usted compraría ese argumento?
R: Es moral y éticamente inaceptable que ustedes
planteen que la pérdida de una vida es justificable para cualquier cosa. La
muerte es culpa de la represión. La protesta pacífica es un derecho ciudadano.
Cuando una sociedad se la asfixia tiene dos opciones: o claudica o lucha. El
pueblo de Venezuela optó por la segunda. Eso es lo que tiene admirado al mundo
entero. Este movimiento ciudadano es irreversible.
P: ¿Qué
impide que mañana se apague un poco la protesta? ¿Y si se apaga el saldo sería
positivo para usted?
R: La protesta puede tomar
distintas formas. Puede parecer que la intensidad decae, pero en realidad se
reinventa con creatividad.